Con 14 años ya empiezas ahí, te empiezan a crear “¿Y esto por qué?”, o te empiezas a preguntar “¿Esto por qué?, o ¿Lo otro para qué…?”, y luego bueno, sí que igual he tenido la suerte, yo creo que es la suerte, de haberme encontrado con grupos muy afines a mí.

Aquello fue realmente la escuela, la empresa ya fue la escuela. Dijimos “No esto no se ha hecho según derecho, nos plantamos.” Y efectivamente hicimos una especie de huelga de brazos caídos. Y “A ver, ¿quién es la jefa de esto?”. ¿Quién iba a ser? Pues no sé por qué me señalaban a mí, pero era yo, era yo sí. Al no trabajar nosotras aquello se fue apilando: causó un stop aquí, causó un stop allá y entonces se paralizó, se paralizó, así de claro, la máquina de papel. Y 29 chicas fuimos despedidas; era una sección de mujeres y las 29.

Tenía muchísima ilusión que mis hijos fueran a la uni y entonces empecé en la limpieza de la ikastola. Disfruté como una enana, me dabais muchísimo, además, los críos sois muy agradecidos. Y disfruté mucho también.

Me jubilé en el año 8, cuando cumplía los 65, tenía 41 años cotizados. Y entonces ya, entonces ya, ya me hablaron de una organización de pensionistas que empezaba… la inquietud no hacía falta meterme porque ya la tenía dentro. Y ahí empezamos un poco también a vivir nuestra nueva etapa, que era para nosotros una nueva etapa. Y ahora, pues, estamos liados hasta el cuello, comprometidos hasta el cuello.

La verdad que tengo que decir que de todo donde he participado siempre he sacado mucho apoyo, mucha solidaridad.

Que hay mucho trabajo para hacer y que os queda.

Y eso es. ¡Nada más!